Hace 3 semanas

Joaquín, de Sevilla

El día 22 de diciembre camino de Huelva, desde Sevilla por la autovía , un coche se empotro contra el mío, por la parte trasera, se supone que podría ir a mas de de 130 kilometro, No dejo ni una huella de frenado en la calzada, nada. Fue mi coche quien lo frenó.

El impacto fue brutal , fuimos zarandeados como peleles y golpeados. La primera sensación, a parte del ruido que no lo puedo olvidar, era de qué ha pasado. Y por la violencia del choque pensé que algunos estábamos heridos gravemente. Cuando por fin salimos, nuestro aturdimiento era tan grande que no podíamos reaccionar. No sabía qué hacer ni cómo actuar. Estaba temblando.

Lo único que se me vino a la cabeza fue el nombre de Joaquín a quien llamé. Cuando lo escuché y le dije el bestial accidente que había tenido, me preguntó: «¿Estáis bien?», y a continuación me dijo «Tranquilo no te preocupes». Es muy difícil poder explicar lo que se siente, en esos momentos de angustias, saber que en la otra parte hay una persona que te tranquiliza y se hace con la situación.

Desde ese mismo momento me estuvo guiando en todos los pasos que tenía que dar y haciéndose cargo de los acompañantes. Sabía que el golpe podía haber sido de muerte, nos salvó el coche (un Honda). Y se inició un proceso que no sabía cómo iba a terminar. Pero en esos momentos verte acompañado no puede explicarse la profunda tranquilidad que daba.

Soy de las personas que pienso que dentro de la desgracia hay que buscar la parte más buena, y claro, me asalta la pregunta ¿Cómo me hubiera visto sin el apoyo de Joaquín desde un principio? Ya que tuvimos la grandísima suerte de no haber ninguna desgracia, y de contar con Joaquín, que dio calma y serenidad, resolviéndote las numerosas gestiones que se nos presentaba y de saber que estaba allí detrás. Eso no se olvida.